Hallan piedra similar al ámbar en Savegre
Científicos explican que se trata de copal, un material creado a partir de resinas
La formación de las piedras encontradas se dio entre 1670 y 1780, en la Colonia
Las montañas de San Cristóbal de Savegre, en Aguirre, Puntarenas, tenían un secreto bien guardado.
En junio del 2012, una cuadrilla de trabajadores del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) ocupada en el Proyecto Hidroeléctrico Savegre, se encontró con fragmentos rocosos que llamaron su atención pues parecían ámbar.
El ámbar es una piedra semipreciosa, generalmente pequeña (de menos de 10 centímetros de diámetro), formada a partir de resinas de árboles que con el tiempo se endurecen y fosilizan.
Las muestras recolectadas llegaron a manos de Guillermo Alvarado, del Centro de Investigaciones Geológicas de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien las estudió, junto con otros dos científicos.
Ellos descubrieron que, pese a su similitud con el ámbar, las piedras eran, en realidad, copal, vocablo derivado de la lengua indígena náhuatl que significa “incienso”.
Pruebas iniciales confirmaron que la piedra tenía origen natural, específicamente de una planta. Para tener datos más precisos sobre su formación y antigüedad, los investigadores decidieron ir al sitio a recolectar más ejemplares.
“Queríamos verificar si tenía algún interés científico o incluso si se podía explotar por parte de los pobladores”, explicó Alvarado.
Los investigadores analizaron 263 muestras provenientes de los tres yacimientos identificados en la zona. Estas tenían formas distintas: unas eran alargadas (troncoidales), otras redondeadas (perlas), laminares (láminas) y algunas de forma indeterminada.
Alvarado estuvo a cargo del estudio geológico, mientras que Jorge Brenes realizó pruebas físicas, entre ellas, comprobar que las piedras flotaran en agua salada, debido a su baja densidad.
La palabra ámbar proviene del árabe anbar, que significa “lo que flota en el mar”.
Por su parte, el físico José Brenes examinó la edad de las muestras, al aplicar la prueba de datación con radiocarbono, lo que confirmó que las piedras se formaron entre los años 1670 y 1780, durante la Colonia. “Se vio que el material no era tan antiguo, pero tampoco tan joven”, declaró Alvarado.
Fue así como los científicos ratificaron que lo encontrado era copal. Esta piedra tiene el mismo origen que el ámbar, pero es de menor antigüedad y es más suave, por lo que se disuelve más fácilmente en sustancias como éter o acetona.
Insectos. Algunos de estos fragmentos conservan restos de insectos. Esto ocurre porque cuando la corteza de un árbol es cortada, un tipo de savia brota de su interior.
Esta resina, que da origen al copal, protege el árbol de enfermedades y de animales que comen plantas. En ocasiones, algunos insectos quedan atrapados en ella, de manera que el copal y el ámbar pueden contener animales y plantas.
Si bien los investigadores encontraron ciertos insectos atrapados en el copal de San Cristóbal, no pudieron fotografiarlos pues para ello debían lijar las muestras.
El hallazgo actual no es lo suficientemente grande para explotación comercial, pero funcionaría para la producción de artesanía.
Los resultados de la investigación se publicaron en la Revista Geológica de América Central.
Las personas que descubrieron los yacimientos no estaban en la obligación de reportar el hallazgo, pero de igual modo lo hicieron por su interés científico. “No es obligación reportarlo, porque no era un hallazgo arqueológico. Era importante aprovechar que (el hallazgo) quedara por escrito”, concluyó Alvarado.
Fuente: La Nación.