El reto de despertar amor por la ciencia en 4 días
Entre playa y montaña, 18 jóvenes limonenses aprendieron a aplicar el método científico, investigaron en el bosque, libraron a playa Pacuare de desechos e hicieron rondas para patrullar la costa mientras buscaban tortugas baulas.
Lejos de las cuatro paredes del aula, los alumnos del Colegio Técnico Profesional (CTP) de Siquirres vieron con sus propios ojos lo que la reserva Pacuare, en Matina, Limón, tenía para ofrecerles.
A finales de mayo, los jóvenes pasaron cuatro días generando conocimiento junto a los guías del Ecology Project International, mejor conocido como EPI.
“Esta es una experiencia en la que ellos pueden aprender cómo la ciencia contribuye a la conservación (...) Sabrán que no están solos en el universo, sino que forman parte de un sistema natural, y descubrirán cómo lo influencian y cómo el sistema los puede influenciar a ellos”, comentó Miguel Fuentes, director de EPI Costa Rica.
La sensibilización de los colegiales empieza en la playa, cuando asisten a las baulas en el desove y protegen sus “nidos”.
Es así como los jóvenes aprenden que si las tortugas desaparecen, no habrá quien coma medusas y la proliferación de esa especie no es conveniente para los seres humanos, pues las medusas se alimentan de peces que las personas consumen a diario.
Mas la gira al campo solo es el comienzo de una aventura que incluye investigaciones científicas, proyectos de arte y multimedia o la participación posterior en un club ecológico.
La gira tiene el propósito de “que puedan aprender cómo conceptos abstractos se aplican a la conservación y a lo que ellos hacen en su vida diaria”, comentó el director de EPI.
Durante el programa, los participantes logran una verdadera conexión con el medio ambiente.
Abigaíl Céspedes, de 17 años, fue una de las estudiantes que, en mayo pasado, formó parte del programa por segunda vez. “Estar acá, sin teléfono, sin nada, totalmente desconectados del mundo y convivir con animales tan impactantes como lo son las tortugas, fue algo que me cautivó”, manifestó.
Los muchachos que asisten a los campamentos de EPI son escogidos para participar por su potencial para ser líderes en su colegio o su comunidad.
En el programa han participado cerca de 3.500 estudiantes costarricenses. En algunos casos, los jóvenes han sido subsidiados por la organización hasta en un 90%, detalló Miguel Fuentes. Así se aseguran de que el factor económico no sea un impedimento para aprender.
Experiencia. La huella que deja el programa en los colegiales es evidente incluso antes de que termine el trabajo de campo, pues hasta las normas de conducta exigidas en la reserva Pacuare calan en los jóvenes. Es el caso, por ejemplo, de la disposición de bañarse únicamente una vez al día.
“En nuestras casas, podemos gastar el agua que queramos, y no nos interesa. Acá aprendemos la lección. En el futuro nos va a tocar (ahorrar agua). Es mejor hacerlo ahora porque queremos y no porque tenemos que hacerlo”, comentó el colegial Jean Carlos Mora.
Hay un antes y un después de EPI, según el profesor de Turismo Ecológico del CTP de Siquirres, Alfonso Rojas. “Cuando se van de acá, cambian su conciencia ecológica. Yo lo he podido notar en el colegio: ya no botan basura al suelo, miran las aves y los insectos, y el trabajo que hacen aquí con las tortugas los marca para toda la vida”.
Con él coincidió José Molina, de 17 años. “Nos dieron una charla y me hizo recapacitar mucho. Antes, no le daba mucha importancia a las tortugas ni a cuántas especies hay. Ahora sí lo sé”, comentó.
Aunque el programa despierta vocaciones científicas y conductas conservacionistas, para el director de EPI Costa Rica, lo importante es que los participantes sean agentes de cambio y que desarrollen un “sentimiento verde” que los acompañe toda su vida.
Fuente: La Nación.