Ian Alexander Álvarez

Nuestro Ticotal, Ian Alexander Álvarez, es nuestro “Talento Destacado” del mes de agosto 2025.
Ian es un estudiante costarricense de Medicina Veterinaria en el Royal Veterinary College (RVC) de Londres. Vivió su infancia entre Hatillo 8 y Alajuelita y a los nueve años emigró con su familia a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades, estableciéndose en Miami Springs, Florida, lugar que hoy también considera su hogar.
Antes de comenzar su carrera como médico veterinario, obtuvo su licenciatura en Ciencias Animales en la Universidad de Florida, donde cimentó su interés por la salud animal, la ciencia aplicada y el trabajo interdisciplinario. Desde entonces, ha enfocado su formación en integrar la cirugía veterinaria con la salud global, la conservación y la exploración espacial. En 2024, realizó una pasantía con la Oficina del Veterinario jefe de la NASA, colaborando en protocolos biomédicos para ambientes de microgravedad, una experiencia que marcó un antes y un después en su carrera.
Este año presentará su investigación en la Conferencia MELiSSA de la Agencia Espacial Europea (ESA), y participará como astronauta análogo en una misión científica en la estación de investigación LunAres, en Polonia. Su trayectoria ha sido destacada por medios como Delfino.CR y ha recibido el reconocimiento del Gobierno de Costa Rica, así como el respaldo y palabras de aliento de figuras nacionales en ciencia y tecnología.
Ian también ha asumido roles de liderazgo en organizaciones estudiantiles internacionales como la Asociación Estudiantil Americana de Medicina Veterinaria, la Asociación Internacional de Estudiantes de Medicina Veterinaria, y el sindicato estudiantil del RVC, siempre con el objetivo de abrir caminos para otros estudiantes latinoamericanos. Su meta es regresar algún día a Costa Rica como cirujano veterinario, aportando su experiencia internacional al desarrollo científico, médico y educativo del país.
1. ¿Cuáles en su caso fueron los determinantes y/o oportunidades para salir del país?
Salí de Costa Rica a los nueve años, cuando mis padres tomaron la valiente decisión de emigrar a Estados Unidos en busca de un futuro con más oportunidades para mi hermano y para mí. En ese momento no comprendía el alcance de esa decisión, pero con los años he aprendido a verla como el punto de partida de todo lo que hoy soy.
Esa experiencia temprana me enseñó el valor del sacrificio, la adaptación y la responsabilidad de honrar mis raíces. Desde entonces, he vivido con un profundo sentido de propósito, sabiendo que cada paso que doy forma parte del legado que mis padres comenzaron con aquel acto de fe.
Gracias a ese giro inesperado en mi vida, he podido formarme académicamente en el extranjero, estudiar medicina veterinaria en el Reino Unido y participar en proyectos científicos internacionales, incluyendo colaboraciones con la NASA. Cada una de estas oportunidades ha estado guiada por la misma convicción: llevar conmigo el nombre de Costa Rica y, algún día, regresar para retribuir lo que ese país sembró en mí desde el principio.
2. En términos generales, ¿cómo describiría sus condiciones de vida en el exterior (p.ej. jornada de estudio y/o trabajo, se han cumplido sus expectativas de lo que sería desenvolverse profesionalmente en el extranjero, principales obstáculos que se le han presentado)
Vivir en el extranjero ha sido una experiencia tan formativa como desafiante. Estudiar medicina veterinaria al otro lado del mundo ha implicado adaptarme a un sistema académico riguroso, gestionar la vida lejos de mi familia, y enfrentarme a nuevas exigencias tanto personales como profesionales.
Mi jornada como estudiante es intensa y muchas veces solitaria, pero también profundamente reveladora. La carga académica, el ritmo clínico y la responsabilidad de sostenerme por mi cuenta me han exigido resiliencia, disciplina y madurez. He aprendido a mantenerme firme bajo presión, y a confiar en mi capacidad para avanzar, incluso cuando todo parece cuesta arriba.
Aun con esos retos, muchas de mis expectativas se han cumplido, y otras han evolucionado. Llegué buscando excelencia académica, pero encontré algo más profundo: una comunidad global, una perspectiva interdisciplinaria, y un propósito más claro. Poder conectar la medicina veterinaria con temas como salud pública, conservación, liderazgo y hasta investigación espacial ha ampliado mis horizontes de manera inesperada.
He enfrentado barreras, pero cada una de ellas me ha enseñado algo valioso. Y si algo he confirmado, es que los obstáculos no definen el camino: lo define cómo decidimos enfrentarlos y lo que elegimos construir a partir de ellos.
3. ¿Qué tipo e intensidad de contacto profesional mantiene con CR?
Aunque actualmente no mantengo un vínculo profesional formal con instituciones científicas en Costa Rica, sí he buscado mantenerme conectado con mi país desde donde estoy. He tenido el honor de ser reconocido por el Gobierno de Costa Rica y por medios como Delfino CR, y he compartido conversaciones muy significativas con figuras como la ingeniera Sandra Cauffman y el Dr. Franklin Chang-Díaz, quienes me han inspirado a soñar sin fronteras, pero con los pies firmes en mis raíces.
Más allá del orgullo que siento al representar a Costa Rica en espacios internacionales, mi interés es construir vínculos reales y duraderos con la comunidad científica y académica nacional. Aspiro a colaborar con universidades como la UCR, con centros de conservación de fauna silvestre, y con instituciones como el SINAC o el MINAE, donde sé que la medicina veterinaria puede ser una herramienta poderosa al servicio del país.
TICOTAL representa, para mí, una plataforma ideal para fortalecer esos lazos. Mi intención no es solo ser un costarricense en el extranjero, sino un puente activo entre lo que he aprendido fuera y lo que deseo devolver con propósito.
4. Recomendaciones de iniciativas que apoyen que el talento en el extranjero actúe como agentes del desarrollo en Ciencia y Tecnología.
Aunque Costa Rica cuenta con programas institucionales de movilidad académica y becas en el extranjero, como los que ofrecen la UCR, la UNA, el Ministerio de Educación Pública y entidades como SENASA o el Ministerio de Salud, actualmente no existe una red estudiantil organizada por áreas de estudio que conecte a los costarricenses en formación fuera del país.
Una iniciativa de este tipo podría llenar un vacío importante. Agrupar a estudiantes en el extranjero por disciplinas como medicina veterinaria, ingeniería, salud pública o ciencias espaciales permitiría generar comunidad, facilitar mentorías, impulsar proyectos binacionales y crear espacios de diálogo desde etapas tempranas de la formación profesional.
Además, sería valioso fomentar el regreso temporal de quienes estudian afuera mediante pasantías, estancias clínicas o voluntariados en instituciones nacionales como SINAC, centros de conservación de fauna silvestre, o programas de salud pública. Estas experiencias no solo reforzarían el sentido de pertenencia, sino también el compromiso con el desarrollo del país.
Más allá del intercambio académico, creo profundamente en la necesidad de un flujo bidireccional de conocimiento. Costa Rica tiene mucho que aportar al mundo, pero también mucho que ganar al nutrirse de la experiencia de su talento internacional. Iniciativas como convenios con universidades, foros científicos o programas de retorno académico temporal podrían convertirse en catalizadores reales del desarrollo científico y tecnológico nacional.
Estas ideas, más allá de su implementación, buscan recordarnos que la ciencia no tiene fronteras, pero sí raíces. Y que incluso lejos, uno puede seguir sembrando en la tierra que lo vio nacer.
5. ¿Estaría dispuesto(a) a regresar al país si se presentan las posibilidades idóneas?
Sin duda, me encantaría regresar a Costa Rica. Aunque gran parte de mi formación ha ocurrido fuera del país, el vínculo con mi tierra natal sigue siendo profundo y constante. Creo firmemente que todo lo que he aprendido cobra aún más sentido cuando se pone al servicio del lugar que me vio crecer.
Soy consciente de que existen diferencias marcadas entre Costa Rica y los países donde he estudiado, especialmente en términos de infraestructura científica, inversión en tecnología y acceso a oportunidades. Sin embargo, no busco condiciones perfectas, sino escenarios en los que exista apertura, colaboración y voluntad de construir. Un entorno donde las ideas sean escuchadas, el trabajo en equipo se valore y el conocimiento pueda echar raíces.
Mi deseo es regresar una vez alcanzada cierta estabilidad profesional, probablemente después de completar mi formación como cirujano veterinario. Aun así, no espero hasta entonces para comenzar a aportar. Ya estoy comprometido a colaborar desde donde esté, sea mediante viajes intermitentes, proyectos compartidos o espacios de mentoría, con la intención de sumar y mantenerme activamente conectado con el desarrollo científico y tecnológico del país.
6. ¿Cuáles incentivos considera pertinentes para retener al talento científico en el país?
Uno de los retos más evidentes que enfrenta Costa Rica es la falta de condiciones sostenidas para desarrollar carreras científicas de alto nivel. Si bien es posible alcanzar una formación académica excelente dentro del país, la brecha con sistemas como los de Estados Unidos o Reino Unido sigue siendo significativa, especialmente en términos de recursos, visibilidad internacional y continuidad en la investigación.
Más allá de la infraestructura o la tecnología, el incentivo más poderoso para muchos es la posibilidad real de crecer, innovar y contribuir sin verse obligados a emigrar. Esto implica una inversión seria y constante por parte del Estado, las universidades y el sector privado en programas de formación avanzada, becas de posgrado, fondos de investigación y redes de mentoría científica.
Desde mi experiencia, una propuesta concreta sería crear un programa nacional de retorno temporal, que invite a profesionales costarricenses formados en el extranjero a regresar por periodos breves para colaborar con universidades públicas, colegios técnicos o proyectos de extensión científica. A través de clases, talleres, laboratorios o mentorías, podríamos aportar desde instituciones como la UCR, el TEC, o incluso programas del MEP enfocados en ciencias.
Lo que realmente retiene al talento es una cultura que valore al científico nacional, que promueva el orgullo por la investigación y que trace caminos viables de desarrollo profesional dentro del país. El cambio comienza cuando el conocimiento se siente bienvenido, útil y respaldado.
7. En su área de trabajo, ¿cuáles serían las necesidades de desarrollo del área en CR?
La medicina veterinaria en Costa Rica tiene un potencial inmenso, pero requiere una visión estructural y sostenida para alcanzar su pleno desarrollo. Persisten desafíos significativos en la formación profesional, el acceso a recursos y el reconocimiento del rol integral del veterinario en la sociedad.
En el ámbito educativo, las universidades enfrentan limitaciones en cuanto a plazas disponibles, infraestructura clínica y acceso a tecnología de punta. A diferencia de instituciones como la Royal Veterinary College (RVC) en el Reino Unido o la Universidad de Florida en EE. UU., los estudiantes costarricenses tienen menos oportunidades de especialización práctica, especialmente en áreas como cirugía y medicina intensiva.
También existe una marcada desigualdad salarial. Un veterinario en Costa Rica gana, en promedio, menos de un tercio que uno con experiencia en Estados Unidos, lo que dificulta la retención del talento joven y especializado, y genera un éxodo de profesionales altamente capacitados.
Otro reto es la percepción pública. Muchas personas aún asocian la medicina veterinaria únicamente con vacunaciones o esterilizaciones. Se necesita una campaña nacional que visibilice su rol en la salud pública, el bienestar animal, la seguridad alimentaria y la conservación de ecosistemas.
Sin embargo, una de las grandes fortalezas del país es su biodiversidad: Costa Rica alberga cerca del 6 % de la biodiversidad mundial. Esto representa una oportunidad única para posicionarse como líder en medicina de fauna silvestre, rehabilitación animal y conservación interdisciplinaria.
Desde un enfoque One Health, podrían impulsarse proyectos en zonas rurales y áreas protegidas que integren la salud animal, humana y ambiental. Estas iniciativas podrían desarrollarse en colaboración con entidades como SINAC, SENASA, el Instituto Clodomiro Picado o el MINAE.
Finalmente, creo que el talento veterinario formado en el extranjero puede aportar enormemente al fortalecimiento del sector. Un programa nacional de retorno temporal—que facilite la participación de estos profesionales mediante talleres, prácticas clínicas o mentorías—no solo enriquecería la formación local, sino que tendería puentes entre la experiencia internacional y las necesidades del país.
8. ¿Desearía plasmar algún comentario adicional?
Gracias a TICOTAL y a la Academia Nacional de Ciencias por abrir este espacio. Ser reconocido como Talento Destacado no es solo un honor profesional, sino un recordatorio profundo de que, aunque mi camino me ha llevado lejos, mi brújula sigue apuntando con firmeza hacia Costa Rica.
A quienes sueñan con caminos poco convencionales, la ciencia, la medicina, el espacio o la conservación, les digo: sí se puede. No hay que esperar condiciones perfectas para empezar. Lo esencial es el compromiso de formarse con pasión, avanzar con resiliencia y nunca olvidar de dónde venimos.
Mi meta sigue clara: convertirme en cirujano veterinario, aportar a la salud global desde una mirada interdisciplinaria, y retribuirle a Costa Rica todo lo que me ha dado. Ya sea a través de mentoría, colaboración científica o participación directa, mi deseo es que esta historia no sea la excepción, sino una entre muchas.
Este reconocimiento me impulsa a seguir con humildad, visión y un compromiso aún más profundo de representar a Costa Rica con integridad, propósito y esperanza.